El positivo de dopaje en todo atleta profesional tiene una gran connotación pero muy especialmente cuando se da el caso en estrellas de las disciplinas deportivas más populares y comerciales, es decir, en los deportistas que en consecuencia son los más mediáticos.
Probablemente uno de los casos más sentidos y mediáticos del mundo se dio en el 2015, cuando la tenista rusa María Sharapova, aceptó en el haber dado positivo en el Abierto de Australia.
El caso de dopaje del mexicano Saúl “Canelo” Álvarez es quizás de los más importantes en el Boxeo, así como el del norteamericano James Toney, campeón mundial de los pesos pesados al dar positivo por esteroides tras su combate por el título de la AMB contra el puertorriqueño John Ruiz y en el 2007 volvió a dar positivo.
El velocista jamaiquino Yohan Blake fue uno de cinco atletas de Jamaica en dar positivo en el 2009, mismo año en el que el norteamericano Rashard Lewis fue suspendido temporalmente en la NBA por dar positivo en altas tasas de Testosterona, en el que quizás ha sido uno de los casos más importantes en la mejor liga de Basquetbol del mundo.
El Ciclista español Alberto Contador durante el Tour de Francia del 2010, dio positivo por Clembuterol, hecho que fue muy sentido ya que era uno de los deportistas más apreciados de España.
El jugador sudafricano de Rugby Mahlatse Ralepelle, exhooker de los Springbok y ficha de los Sharks, fue sancionado por ocho años en el 2020, por el Instituto para el Deporte Libre de Drogas de Sudáfrica. Ralepelle se convirtió en el primer jugador negro y el hombre más joven en capitanear Sudáfrica en 2006, contra World XV. La suspensión es por ocho años, debido a que es la segunda vez que recibe una suspensión por dopaje. En 2015, fue suspendido por dos años luego de fallar una prueba de control de dopaje y en el 2010, Ralepelle también dio positivo en la prueba de metilhexanamina, junto con el ala Bjorn Basson de Springbok, pero fueron absueltos debido a ciertas irregularidades.
Sucede en todos los deportes y también con prácticamente todos los atletas en cada continente, lamentablemente los más destacados y los más mediáticos de la industria, incluso, en el deporte que es considerado el más universal, el Fútbol.
Es la razón por la que el caso de dopaje del astro del Fútbol Diego Armando Maradona resonó mundialmente, lo mismo que el resto de los grandes futbolistas que anduvieron en similares pasos y corrieron con la misma suerte de dar positivo por dopaje. Son los casos del español Pep Guardiola en el 2001 cuando era jugador del Brescia de Italia. También en el 2001 el holandés Edgar Davids, del club italiano Juventus.
El arquero colombiano René Higuita en el 2002 cuando era arquero del club colombiano Deportivo Pereira.
El defensor inglés Rio Ferdinand, que tanto en el 2003 como en el 2011 no se presentó a pruebas antidoping, por lo que fue sancionado por ocho meses en su segunda inasistencia.
El rumano Adrián Mutu, quien dio positivo primero con el club Chelsea inglés en el 2004 y luego con el club italiano Fiorentina en el 2010.
El delantero italiano Marco Borriello del club italiano Milan en el 2006.
El brasileño Romario en el 2007, para entonces delantero del club brasileño Vasco Da Gama.
El brasileño Romario, uno de los máximos exponentes del Fútbol Mundial.
El italiano Fabio Cannavaro en el 2009 con el club italiano Juventus.
En el 2011 el jugador senegalés Kolo Touré con el club inglés Manchester City.
En el 2017 el peruano Paolo Guerrero fue suspendido al dar positivo con la selección nacional de Perú, en las eliminatorias para el mundial Rusia 2018.
Precisamente en el 2018, el futbolista francés Samir Nasri fue desvinculado del club turco Antalyaspor luego de ser suspendido por dar positivo en el 2016 con el club Sevilla de España, en una prueba que el centrocampista había apelado.
Es una pequeña lista de la enorme cantidad de futbolistas que han dado positivo al consumo de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento en ligas de Fútbol Profesional de países de todo el mundo.
El punto es que todos éstos futbolistas de perfil mundial, son notablemente destacados y ahí radica la gran notoriedad al momento de dar positivo. Exactamente lo mismo sucede con las súper estrellas del Béisbol de Grandes Ligas y que hoy los afecta directamente a su potencial exaltación al Salón de la Fama del mejor Béisbol del mundo.
En la búsqueda de satisfacer una meta personal, Canseco le dio la espalda a su gremio. Bonds faltó a una regla de oro, mientras que Palmeiro, Sosa y Clemens mintieron ante el Congreso de los Estados Unidos. Lo que está mal, está mal así lo haga todo el mundo y lo que está bien, está bien así no lo haga nadie.
El Salón de la Fama tiene estándares muy claros y distintos a los meramente estadísticos. Para ser exaltado a la inmortalidad, entre los escritores votantes existen estatutos en los cuales no solo se considera el aspecto deportivo. Ciertamente al recinto solo ingresan aquellos beisbolistas que dominaron el juego en su generación pero incluso solamente eso no es suficiente, a menos que sea extremadamente contundente.
Además de que es necesario que el pelotero escrutado haya jugado por lo menos 10 años en Grandes Ligas y se encuentre entre los más destacados, junto al historial del jugador y su capacidad para el juego, la votación también se basa en la integridad, sí LA INTEGRIDAD, la deportividad, el carácter y las contribuciones a los equipos a los que perteneció el jugador.
Por ésta razón es que reviste de tanta importancia, la clase, categoría, calidad y jerarquía del premio Roberto Clemente para las Grandes Ligas, el cual es entregado anualmente al jugador de la Major League que mejor ejemplifica el juego de Béisbol, el espíritu deportivo, la participación comunitaria y la contribución del individuo a su equipo. Cada año, un panel de dignatarios de la Major League, selecciona a un jugador de entre 30 nominados, uno de cada conjunto. Los equipos eligen a su nominado durante la temporada regular y el ganador se anuncia en la Serie Mundial.
En ésta última parte fue en las que Barry Bonds, quien es considerado por muchos el mejor bateador en la historia del juego, falló. Cuando se habla de integridad, se habla de comportamiento dentro y fuera del terreno de juego, de ser un ejemplo para los niños y para la sociedad en general. Si se falla en la integridad dentro del campo, entonces también se falla en la deportividad porque si se es deshonesto con el juego y con los compañeros, entonces se falla en la deportividad.
Bien, entonces cuantos jugadores de su época fallaron en la deportividad? Fue solo Barry Bonds y compañía? Es decir, fueron solo los jugadores más destacados de la generación de Barry Bonds?.
A Bonds se le considera un jugador fuera de lote por ser el máximo jonronero en la historia del juego, el que tiene el record de más Cuadrangulares conectados en una misma temporada de Grandes Ligas, ser uno de los mejores jugadores de la historia al ser uno de los máximos exponentes en la combinación de poder y velocidad, e incluso, hasta en discusión está el hecho de si es el mejor bateador de todos los tiempos. En serio todo lo anterior obedece exclusivamente al hecho de que Bonds se dopaba?, Patrañas.
Exactamente lo mismo se puede asentir respecto a los mejores exponentes compañeros de su generación, los señalados por el Congreso, los involucrados en el caso Balco y en el caso Biogénesis. Esto no los exime pero son los más señalados porque son los que más destacaron y lograron mejores desempeños y resultados.
Bonds también falló notablemente en el carácter, quizás el que más. Pocos peloteros tuvieron peor trato con la prensa y quizás hasta con el público. Con sus compañeros de equipo siempre fue poco comunicativo, muy cerrado y su popularidad se extendió exclusivamente por su enorme desempeño dentro del terreno de juego pero no precisamente por su compañerismo o por ser afable, de hecho, muy lejos de eso.
Sin embargo, el dominio del juego y sus registros son tan contundentes, que parece imposible que su mal carácter esté por encima de su desempeño, como para que sea un impedimento de arribar al lugar en el que debe descansar por siempre, Cooperstown.
Ninguna sustancia prohibida puede elevar al Olimpo del juego a ningún pelotero, eso se logra con capacidad y talento natural. Que ayuda, ciertamente pero por qué sólo Bonds logró los números que logró? Por qué todos los demás peloteros que se doparon no lograron los mismos números de Bonds o del propio Alex Rodríguez, McGwire, Sosa y compañía?. Bonds, Rodríguez, Manny, Sosa, McGwire, Palmeiro, Canseco, Igor González y compañía lograron alcanzar semejantes registros porque contaban con las herramientas y cualidades para lograrlo, sencillamente porque solo ellos tenían ese talento natural.
Especialmente porque el Béisbol es una disciplina deportiva tan difícil y compleja, que es quizás el deporte en el que el dopaje logre la menor incidencia respecto al buen o mal desempeño del atleta.
Por supuesto que ello no justifica la falta pero lo que si aparenta estar claro, luego de éste análisis, es que tanto Bonds como A-Rod, Sosa, McGwire, Palmeiro, Manny, González, Canseco y algunos otros que a lo largo de sus carreras lograron desempeños al más elevado nivel, que se aprecia claramente reflejado en sus guarismos ofensivos, merecen la inmortalidad más allá de las infracciones, especialmente cuando no fueron casos aislados de la industria del Béisbol, ni del deporte mundial. Fueron parte de un patrón, de una maquinaria de dopaje sistematizado del deporte nacional y universal, estándares bajo los cuales se formaron, educaron y acostumbraron profesionalmente bajo la aprobación de la propia Major League Baseball al hacerse de la vista gorda al respecto hasta el año 2004.
El ex jugador y entrenador de la NFL Jim Haslett dijo en el 2005 que durante la década de 1980, la mitad de los jugadores de la liga usaban algún tipo de droga o esteroide para mejorar el rendimiento. Haslett, confesó que como jugador de los Steelers de Pittsburgh en el Super Bowl de 1979, el cual ganaron, usó esteroides. En abril de 2005, 111 jugadores de la NFL habían dado positivo por sustancias prohibidas, de los cuales, la NFL suspendió a 54.
Ben Johnson sorprendió al mundo con su sorprendente velocidad en 100 metros planos durante el mundial de Atletismo en Roma 1987 y en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Pero una vez se descubrió su dopaje y fue sancionado, jamás volvió a destacar, al no utilizar sustancias para mejorar el rendimiento, de hecho, incluso su rendimiento estuvo por debajo del corredor promedio mundial. Exactamente lo mismo le sucedió a la corredora norteamericana Marion Jones, ganadora de medalla de oro en 100 y 200 metros planos en la Olimpíadas de Sydney 2000. Sin doparse era una más del montón. El futbolista rumano Adrian Mutu corrió con la misma suerte y así, un gran número de deportistas en el mundo.
Por el contrario, Alex Rodríguez y Barry Bonds, por solo citar dos ejemplos, fueron peloteros que dominaron el juego antes de que se involucraran con el consumo de sustancias para mejorar el rendimiento.
Según Dan Szymborski, gurú de las estadísticas del Béisbol y creador del sistema de proyección ZiPS, considerando que Bonds comenzó a consumir el brebaje que le proporcionaba el Laboratorio Balco para mejorar el rendimiento en 1999, un año después de la temporada record en Jonrones para Sammy Sosa y Mark McGwire, determinó el siguiente paralelismo en Barry Bonds.
En el año 2001 fue que Bonds impuso el record de más Cuadrangulares en una temporada con 73 pero según la proyección ZiPS, debió haber conectado solo 25 Jonrones sin el dopaje. Entre las temporadas 2001 al 2004, Bonds despachó la impresionante cantidad de 209 Cuadrangulares pero según la proyección ZiPS, sin consumir sustancias para mejorar el rendimiento, Bonds habría conectado solo 66 durante esos cuatro años.
Aunque la diferencia es notable, ya que no habría culminado su carrera como el máximo jonronero de todos los tiempos, sino que habría terminado con 551 sin doparse, de acuerdo a las proyecciones del sistema ZiPS, lo que le hubiera significado estar entre los puestos 11° y 15° de todos los tiempos. Igualmente números de un Salón de la Fama.
El propio dominicano Alex Rodríguez, en su primera temporada completa en Grandes Ligas en 1996, defendiendo la camiseta de los Marineros de Seattle, culminó como el mejor bateador de la Liga Americana con .358 de Average, 54 Tubeyes, 36 Vuelabardas, 141 Carreras Anotadas y 123 Carreras Impulsadas a sus 20 años de edad. Eso es talento natural súper demostrado (o fue que llegó dopado desde Ligas Menores?).
José Canseco aseguró en su libro Juiced, que por lo menos el 85 por ciento de los jugadores de Grandes Ligas consumían sustancia para mejorar el rendimiento, sí, por lo menos el 85 por ciento. Por supuesto que no está bien pero de ser eso cierto, entonces surge la pregunta, ¿Cuantos peloteros de ese gran porcentaje obtuvieron desempeños similares a José Canseco, Rafael Palmeiro, Alex Rodríguez, Manny Ramírez, Sammy Sosa, Mark McGwire y Barry Bonds, por solo mencionar a algunos de los mejores judores de la época? Esto es un claro indicativo de que doparse tampoco garantiza el éxito en ninguna disciplina deportiva.
Sin embargo, una de las grandes verdades que descubrió el Informe Mitchel, es la necesidad que vive en todo atleta por ser el mejor. En cierto sentido, el dopaje y la corrupción van de la mano con el desarrollo del deporte, ya que a medida que aumenta la exigencia competitiva, muchos atletas se convencen de que la única forma de superar a sus formidables rivales, que en un elevadísimo porcentaje se dopan, es dopándose también.
La ciencia avanza a pasos agigantados y las drogas cada día se hacen menos detectables. Con esa promesa de los Laboratorios, Químicos, Médicos y Entrenadores, además de contar con la certeza de que unos tantos otros indudablemente se ayudan con sustancias para mejorar el rendimiento, entonces la perspectiva desde ese punto de vista cambia radicalmente.
¿Después de tener conocimiento de todo lo que ha existido y acompañado al dopaje en el mundo desde los años 1970´s, en prácticamente todas las disciplinas deportivas y que ha involucrado desde atletas hasta Federaciones y gobiernos, realmente es apropiado juzgar y enjuiciar exclusivamente a los deportistas?. Quizás se pueda aseverar que en su mayoría, los deportistas son Ángeles y Demonios, Culpables e Inocentes a la vez. Un caso interesante es el del propio cubano José Canseco.
Fue el primer pelotero de Grandes Ligas 40-40 (40 o más Jonrones y 40 o más Bases Robadas en una misma temporada). Era la sensación de Grandes Ligas junto a la élite de los peloteros de entonces.
En el medio del fragor en el mundo del deporte, la competencia y todo lo que rodeaba a los deportistas, generaba una inmensa presión en los jugadores pero además, al detenerse a escuchar el razonamiento de por lo menos uno de éstos atletas de alto rendimiento sobre el consumo de sustancias prohibidas, no es que se llegue a aprobar el dopaje pero si llega a cobrar el valor, coherencia y sentido que la desaprobación lógica natural satiriza.
Canseco expresó: «De ninguna manera endoso el uso de esteroides sin el consejo médico apropiado o sin supervisión experta. Con esto no se juega, los esteroides te pueden causar daños y soy el primero en admitirlo. Si abusas de ellos, pueden causar daños muy serios. Por eso es imprescindible usarlos de manera cuidadosa y controlada.»
Canseco admite pocos efectos nocivos del uso supervisado de esteroides y ninguno a largo plazo, a lo que expresó: «Tus músculos pueden lidiar con cierta cantidad de testosterona. Más allá de eso, puedes poner en peligro tu hígado, que necesita tiempo para filtrar esos químicos fuera del cuerpo.»
El cubano advierte que los esteroides pueden causar daños si no se toman de la manera correcta. Así que el estereotipo del consumidor de esteroides como una persona incapaz de controlar sus emociones, que se formó de forma generalizada sobre Canseco es falso.
El astro antillano también expresó: «En general, diría que he notado pocos efectos secundarios por mi uso de esteroides. He sometido a prueba médica mi sistema. Disfruto de una salud normal. Si vas a usar esteroides, tienes que ir a un médico y efectuar una prueba física completa, para entender en qué tipo de condición física estás y como funciona tu cuerpo. Te tienen que analizar las enzimas y la sangre para asegurarse de que no padeces de diabetes, arterías obstaculizadas, arritmia o palpitaciones cardíacas”.
El vínculo de Canseco con las sustancias para mejorar el rendimiento no fue una decisión abrupta y sin sentido, lo que se puede apreciar en su siguiente afirmación: “Me eduqué acerca de todos los aspectos de estas sustancias, porqué fueron inventadas, su composición química, cómo usarlas apropiadamente, cómo entrar y salir de un ciclo de uso, qué esteroides afectaban qué parte del cuerpo, cuál te daba fuerza, cuál desarrollaba la fibra de reacción rápida muscular, o la que te daba más velocidad en las piernas. Es como si me convirtiera en una máquina, construida para el Béisbol y para nada más”.
Si una persona o Laboratorio le ofrece sustancias para mejorar el rendimiento deportivo a un Abogado, un Ingeniero, un Odontólogo o un Economista por ejemplo, las probabilidades de que alguno de éstos profesionales se conviertan en consumidores y clientes permanentes de éstas sustancias son muy bajas porque realmente no las necesitan para lograr un mejor desempeño en sus actividades laborales pero si le llega a algún atleta de alto rendimiento, esas probabilidades aumentan dramáticamente.
Canseco no buscó las sustancias para mejorar el rendimiento, esas sustancias lo buscaron a él y en un momento en el que la Industria en la cual se desempeñó y se entregó toda su vida, aprobaba, no rechazaba ni castigaba dicha práctica.
En 1984, ante su madre, que se encontraba hospitalizada y en estado vegetativo, a la cual nunca más le oiría o vería, triste y entre suspiros le expresó: «Te lo prometo, mamá, que seré el mejor». La muerte de su madre lo perturbó, marcando un antes y un después en su vida, que de alguna manera lo cambió radicalmente.
Entonces José Canseco comenzó a levantar pesas y a acondicionarse. El gimnasio le quedaba a 8 kilómetros de distancia de su apartamento en Modesto, California, momento en el cual jugaba en el equipo Clase A de los Atléticos de Oakland. El cubano caminaba ese trayecto, alzaba pesas y trotaba de regreso hasta su casa.
Canseco expresó haberse inyectado esteroides por primera vez durante ese año 1984 a los 20 años de edad, cuando un compañero de la secundaria de apodo ‘Al’, le explicó de qué se trataba el tema.
Otra historia interesante es la de “El Bambino de El Caribe”, Sammy Sosa. De una familia muy pobre, desde su niñez debió asumir la vida de un adulto, cuando su padre, Juan Montero Sosa, falleció de aneurisma cerebral cuando Sammy apenas contaba con siete años de edad.
Ese niño quisqueyano de apellido Sosa, con apenas siete abriles cumplidos, laboró en diferentes trabajos, en donde conseguía la oportunidad, en los cuales tuvo que aprender y adiestrarse, incluyendo el arte lustrar zapatos para ayudar a mantener a su familia después de la muerte de su padre.
A la ya avanzada edad de 14 años, elaboró lo mejor que pudo un guante hecho con un cartón de leche, y fue así que comenzó a jugar béisbol organizado. Para el que es ajeno puede parecer algo extraordinario pero lamentablemente en Quisqueya, el inicio de carreras por parte de extraordinarios peloteros es muy común, tal y como lo hizo uno de los mejores Short Stop dominicanos, Tony “Cabezas” Fernández.
Durante su carrera en Ligas Menores con Rangers de Texas, desde 1985, año en el que firmó al profesional, las condiciones no mejoraron sustancialmente, al punto de que logró mantener su carrera en el sistema de ascenso texano, gracias a que un compañero, pelotero también latino le facilitó el transporte de su residencia al estadio y viceversa.
Después de su carrera como pelotero activo, el 16 de junio de 2009, el New York Times informó que Sosa estaba en una lista de jugadores que dieron positivo por drogas para mejorar el rendimiento en el año 2003, aunque eso nunca se confirmó ni demostró.
Detrás de todo atleta de alto rendimiento, hay una persona, hay una historia, además de todo el entramado que ha existido en torno a las sustancias para mejorar el rendimiento, sumado a la presión que se vive en el deporte profesional, en éste caso, la Major League Baseball.
Cuantos peloteros latinos con tantas historias parecidas, a los que la vida los ha colocado en similares circunstancias y que en el camino tuvieron al alcance tantas herramientas a la mano para mejorar y trascender en el juego, que es la enorme industria altamente lucrativa, como lo es el Béisbol de las Grandes Ligas.
Con el incremento sustancial de los salarios de los peloteros y el hecho que muchos de ellos llegan a Estados Unidos provenientes de áreas marcadas por la pobreza, la proporción entre riesgo y remuneración está desequilibrada a un punto que siempre habrá alguien que buscará una manera de mejorar su desempeño y así salir adelante.
Y aunque sus notables capacidades no justifican la trampa, la deshonestidad e indignidad del caso, solo basta con colocarse por un momento en el contexto. Por lo menos un 85 por ciento del universo de jugadores de Grandes Ligas incurría en la misma práctica y eso solo era posible por una razón, que es en realidad la base, el génesis de todo éste asunto: la MLB aprobaba dicha práctica, no la prohibía ni la castigaba, solo que repentinamente, de un momento a otro, pasó a ser algo rigurosamente supervisado y sancionado, hasta el punto de llegar a convertirse en una verdadera cacería de brujas.
Una situación que se suscitó puede brindar una idea mucho más clara de cuál era el ambiente, la competitividad, exigencia, presión alrededor del pelotero profesional, del jugador de Grandes Ligas. En el momento en el que se descubrió y se hizo público que Mark McGwire tomaba Androstenediona para mejorar el rendimiento, cuatro jugadores entraron a la oficina de Larry Starr, quien para entonces era entrenador de uno de los 30 equipos de Grandes Ligas, y en un lapso de apenas una hora los peloteros le preguntaron: “¿Dónde puedo conseguir Androstenediona?”. Podemos imaginar lo que sucedió en un lapso de 24 a 48 horas en las oficinas de los entrenadores de los 30 equipos, apenas se hizo público el consumo del suplemento por parte de McGwire.
Todo pelotero que se dopó, cayó en la infamia pero para ello hubo un entramado y demasiada gente ligada al respecto. En lo más básico, además de los peloteros, junto a ellos hubo alguien que les suministró la droga, quien se las aplicó y, por supuesto, quien mantuvo el silencio, eso, exclusivamente en lo más básico del asunto.
¿Entonces el peso y toda la carga de tal inmoralidad recae en solo unos cuantos, o mejor dicho, exclusivamente en los jugadores y todos aquellos que componen las redes de dopaje?. ¿Qué sucede con los directivos, técnicos, entrenadores y hasta los propios Comisionados?. ¿Son inocentes?. ¿De qué manera se juzgan y enjuician?.
¿Qué tal si de un momento a otro, el Sindicato de Peloteros de Grandes Ligas emite una misiva con apoyo de todos los peloteros, garantizando que más del 90 por ciento de los jugadores consumieron sustancias para mejorar el rendimiento durante el mismo período de tiempo?. ¿Eso no dimensionaría las hazañas de Bonds, Clemens y compañía?
¿Qué tal si se hace un “Mea Culpa” general por parte de los Comisionados, directivos de todos los equipos, Médicos, Laboratorios, Entrenadores, Cuerpos Técnicos y también se responsabilizan del dopaje?. ¿Entonces como se verían los peloteros que hoy en día están en el ojo del huracán y tienen su potencial ingreso al Salón de la Fama imposibilitado?
Estemos claros, nada de lo inmediatamente expresado va a suceder, a pesar de que todos los que trabajaron en el Béisbol en las últimas dos décadas, comisionados, directivos de los equipos, médicos, cuerpos técnicos, la asociación de jugadores y los jugadores, son responsables hasta cierto punto por la era de los esteroides.
Hoy en día, es imposible no afirmar que el dopaje lamentablemente forma parte de la cultura del deporte mundial, por lo menos hasta que de forma universal se impongan medidas sumamente rigurosas a todo aquel que se vea implicado de forma directa e indirecta en la fabricación, distribución y consumo de sustancias para mejorar el rendimiento de los atletas.
Ciertamente, las faltas deben ser ajusticiadas pero a su vez se debe ubicar todo en su justa medida, si se juzga y enjuicia a unos, entonces que también se juzgue y enjuicien a todos los involucrados directa e indirectamente, cada quien en su lugar y honor a quien honor merece.
Durante la «Era de los Esteroides en Grandes Ligas», Bud Selig, para entonces Comisionado de la Major League Baseball y Donald Fehr, Director del Sindicato de Peloteros de Grandes Ligas, fueron tan responsables como los propios peloteros pero sobre ninguno de ellos recae señalamiento alguno, juicio o pena, por el contrario, Bud Selig fue rápidamente exaltado al Salón de la Fama de Grandes Ligas y se mantiene cumpliendo funciones como «Comisionado Emérito del Béisbol», mientras que Fehr en la actualidad, cumple la misma función de antes como Director de la Asociación de Jugadores pero en la NHL. Ellos como cara visible de los ejecutivos de la MLB, sin embargo, a los ejecutivos de los 30 equipos ni se les nombra vinculados a la «Era de los Esteroides» y todos tienen responsabilidad al respecto.
En ningún momento se pretende justificar o darle validez al dopaje, al consumo de sustancias para mejorar el rendimiento ya que es un hecho deshonesto, inmoral, anti ético, tramposo e infame, quebranta la ley y los cimientos del deporte, que tiene su base en el juego limpio, honesto y la igualdad de condiciones.
Sin embargo, específicamente en cuanto a la “Era de los Esteroides en Grandes Ligas” se refiere, le precede el hecho de que la MLB, ente que establece las reglas, maneras y formas del juego lo permitía, no lo prohibía a pesar de tener pleno conocimiento al respecto y precisamente por ésta razón, es que supuestamente un aproximado del 85% de jugadores que conformaban las Grandes Ligas para entonces, utilizaban como parte de sus herramientas de trabajo los psicotrópicos, estimulantes y estupefacientes.
Por si fuera poco, no hubo una transición apropiada, organizada, planificada y dirigida hacia los peloteros, desde el libre uso de sustancias para mejorar el rendimiento sin ningún tipo de restricciones, hasta su total cancelación, prohibición y desuso de las mismas como instrumentos laborales, no, en lo absoluto. Todo llegó como una tormenta, en medio de enormes tribulaciones y conflictos, además de que tal y como se ha expresado, el dopaje formaba parte de la cultura del deporte de alto rendimiento global.
La inmortalidad la ganan muy pocos pero el que la alcanza claramente, gracias a su desempeño a través del sudor dejado en los campos de juego (no hay otra forma), no necesita ser seleccionado porque no la pierde jamás. Internamente es un secreto a voces, quienes a pulso se labraron su lugar en ese rincón de Cooperstown, allí lo tienen reservado porque sencillamente se lo ganaron y porque tarde o temprano, finalmente lo ocuparán.
Por: Julio Sánchez Alvarado.