EL JUEGO PERFECTO
Aplaudo el decreto promovido por el Gobernador del Estado, Dr. Pablo Pérez, de declarar el 11 de noviembre como «Día de Luis Aparicio». Es un reconocimiento “simbólico” que por siempre perdurará en honor al más influyente pelotero y deportista hasta ahora nacido en nuestra tierra.
Los homenajes nunca bastarán para destacar la magnificencia de nuestra propia gente. Lo que es nuestro. Y es que el movimiento beisbolístico se desarrolló de la mano de las trayectorias activas de Luis y Ernesto Aparicio Ortega y Luis Aparicio Montiel. De ahí su gran significado.
Las carreras de padre, tío e hijo cubrieron un espacio de 60 años, donde la pelota zuliana pasó de ser un romántica actividad de fin de semana jugada por talentosos entusiastas; hasta una industria organizada en diversos frentes que impulsando a nuestros niños a seguir el camino del deporte desde su sana práctica hasta la profesionalización en los más altos niveles.
El béisbol ha promovido el esparcimiento a la comunidad en general; y hoy es parte intrínseca de nuestra identidad, de nuestras costumbres, de nuestra zulianía.
Parte de esas costumbres es el eterno acertijo de esta historia popular. La mejor pista yace en las palabras de Don Ernesto. ¿Qué voz más autorizada para determinar quien fue mejor…su hermano o su sobrino?
«Quizás la diferencia es simple, Luis el hijo, tuvo más oportunidades de enseñar la clase, más juegos. Nada más. Tal vez, por eso sea el mejor» han sido las palabras históricas de la eterna cabeza del Gavilanes.
A pesar de lo bonito que es homenajear el número 11 un día cualquiera; para Luisito, su familia, la memoria de «El Grande» y el pueblo, el verdadero “Día de Luis Aparicio” es y será el 18 de Noviembre. El día que comenzó esa sana duda.
Desde Gavilanes hasta el debut del junior
Esta semana celebramos 56 años del momento histórico más significativo de nuestra pelota: El traspaso del legado.
La semilla comenzó en 1928 cuando un vendedor del legendario Bazaar Americano de William Phelps, llamado Luis Alejandro Blanco Chataing, funda el equipo Atlético BBC, enfilándo en su róster a Ernesto y Luis Aparicio, dos de los chicos más talentosos en la práctica del béisbol del sector Valle Frío.
Blanco Chataing se muda a Caracas dejando el club a la deriva. Ernesto toma la iniciativa junto a otros de los muchachos del club de formar en 1929 el equipo Gavilanes.
Con el paso de los años el el béisbol zuliano se transformó en una liga organizada profesional, al mismo tiempo que Gavilanes tomaba rumbo como organización, sirviendo como cantera de talento y protagonizando la gran rivalidad del béisbol romántico ante el Pastora.
Así arrancó una etapa de más de 30 años de crecimiento de la pelota local. Gavilanes era guiado por Ernesto como jugador, mánager y directivo, y su hermano Luis, “El Grande de Maracaibo”, como la mayor estrella.
Luisito era a finales de los años 30 el bat boy del Gavilanes. En esos años dorados de gestación, el niño aprendía de pelota y disciplina.
En 1952 ya era inminente que el chico de 18 años pasaría a las filas del club. Asombraba con su talento y despertaba aplausos en todos los terrenos que se presentaba. Asumía con gallardía su nombre y estirpe. Era la estrella del Gavilanes Jr. del torneo amateur de Maracaibo y miembro de la selección del Zulia y de Venezuela.
Para 1953, la National Association decide apoyar el «Torneo Rotatorio» que básicamente fue un experimento interligas con la participación de 2 equipos de Maracaibo, Pastora y Gavilanes, y dos equipos del centro, Caracas y Magallanes. La idea era disputar el campeón absoluto y representante de Venezuela a la Serie del Caribe bajo la lupa de las Grandes Ligas, con la participación de importados de lujo y la conducción de los equipos con mánagers americanos.
En septiembre, Luisito brillaba con la selección venezolana en la Serie Mundial Amateur celebrada en Caracas, y tras su participación, se marchó a jugar el torneo de béisbol aficionado del Estado Lara.
Ernesto y Luis «El Grande» llevaban las riendas del Gavilanes en calidad de coaches y el 15 de noviembre viajan a Barquisimeto y se traen al muchacho. Ya era hora de registrarlo en las filas del Gavilanes como profesional. Dos días después se disponía a debutar cuando un aguacero azotó la ciudad y suspendió la actividad peloteril.
«Fue una bendición de la Chinita», es la frase que nunca se ha cansado de decir Luisito cuando le toca rememorar una y otra vez el momento más especial en su carrera.
El 18 de noviembre salió el radiante sol en el húmedo terreno del Olímpico de Maracaibo que ya se avisoraba lleno de almas que en una manifestación inexplicable y única en el mundo, asisten a un juego de pelota cargados de fe cristiana y devoción a la Vírgen Patrona. «La Chinita» es la única representación de María a la cual se le ofrece un juego de béisbol.
Mientras el abridor Pastoreño Howard Fox se preparaba para su lanzamiento inicial, los 7 mil asistentes irrumpieron con una ovación cuando el locutor interno anunció que Luis Aparicio Jr. sería el primer bate y campo corto del Gavilanes. Se veía venir el momento.
Cuando Pastora saltó al campo, el viejo Aparicio tomó un bate y salió simbólicamente a tomar un turno. Ante el asombro de los asistentes le indicó al muchacho el camino al plato y le entregó el bate en la caja para proceder a ver el primer pitcheo del resto de su vida. La ovación se confundía con lágrimas de nostalgia, admiración, respeto y devoción.
«Sabía la responsabilidad que caía en mí en desde ese momento. Sabía las expectativas que tenía la gente. Me estaba parando en el mismo terreno donde mi padre era el mejor. Tenía que ser tan bueno como lo fue mi padre, de lo contrario sería una decepción. Fue mi destino» me ha dicho Luisito en nuestras conversaciones.
Gavilanes perdió el juego y novato se fue de 4-0 ante Fox y el “Carrao” Bracho. Ese momento marcaba la nueva etapa de la pelota zuliana.
Las virtudes Aparicio: Disciplina, sencillez e identidad.
El maestro Luis Verde en su obra “La historia del béisbol en el Zulia” reproduce una entrevista hecha por la revista Venezuela Deportiva, el 25 de septiembre de 1953, al campo corto del equipo nacional que participa en la Serie Mundial Amateur, Luis Aparicio Jr. La entrevista fue hecha después del primer juego donde Venezuela derrotó a Cuba. Su trascendencia radica en las virtudes que el muchacho de 18 años reflejó en sus palabras. Virtudes que aún conserva.
“Sabía que ganaríamos” dice el joven Aparicio bañado en lágrimas.
-Tú eres responsable de buena parte del triunfo…
“No. Es que Andrés Quintero estuvo soberbio…”
-¿Y tú qué?
“Nada, yo cometí el error en el primer inning. Si no lo cometía mis nervios estallaban. Esa gritería era espantosa. Y lo de Cuba, con solo saber que le teníamos que ganar era mas espantoso aún”.
-Explica ese miedo escénico.
“No era cosa mía sino de todos los jugadores con excepción de Andrés que debe tener sangre de horchata.”
-¿Qué sucedió con ese rolling?
“No podría explicarlo. Me lo metí con decisión pero los nervios me traicionaron…”
-¿Y después?
“Viendo que el publico más bien nos alentaba y aplaudía, hice la promesa formal de olvidarme de todo menos de jugar pelota y creo que jugué.”
-Yo también lo creo. ¿Y los batazos? ¿Y ese estilo?
“Me lo enseñó el viejo. Y el viejo como que sabe…”
-¿Ganarán la Serie?
“¿Lo duda usted?”
-Yo no. Soy venezolano.
“Y yo también, pero de Maracaibo. Ganaremos fácil.”
POR: LEONTE LANDINO
Publicado en el Diario Versión Final el 15 de noviembre de 2009